Cuando la ausencia pesa más que el silencio
ANSIEDADMIEDOSPERSONAL
Ica Trabucco
10/20/20253 min leer


Divagando sobre la muerte
Hace tiempo no escribo por acá, no por falta de ganas sino que a veces la vida simplemente pasa y uno se va quedando atrás, contemplando cómo los días se van acumulando... Pero hoy necesitaba sentarme y escribir algo de lo que no se habla tanto, quizás por que asusta, porque se considera pavoso o porque duele demasiado. Hoy quiero hablar sobre la muerte.
Y no, no lo haré desde la filosofía ni desde la fe. Lo haré desde el miedo, desde ese lugar donde la mente se adelanta a los acontecimientos y el corazón se encoge solo con imaginar la ausencia de los que amo.
Siempre le he tenido miedo a la muerte, aunque últimamente no tanto a la mía sino a la de otros... Sobre todo, la de mis padres. Desde hace unos cinco años, cada ataque de pánico termina llevándome a ese mismo pensamiento: que el tiempo también pasa para ellos, que un día no van a estar... y por más que lo niegue, esa idea me rompe, es la clara evidencia de un dolor que no sé manejar.
Perder a un familiar
Hace poco perdí a alguien muy querido. No familia directa, pero estuvo presente en casi todas mis etapas de vida. Dolió más de lo que imaginaba... su ausencia sigue doliendo.
Esto me hizo pensar, una vez más, que no estoy preparada para ver morir a nadie de mi círculo cercano. La sola idea me genera ansiedad. Cada vez se me hace más difícil convivir con la idea de que mis padres vana irse, o que un día tenga que enfrentar la pérdida de mi pareja, mi hermana, un amigo o incluso de un hijo...
No, no estoy preparada.
La vida después de la muerte
No tengo claro si hay un lugar después de la muerte. Me gusta pensar que sí. Que el cuerpo se apaga, pero el alma sigue, ligera, en otra dimensión. Que se cuela entre los sueños, entre los recuerdos, entre los olores que vuelven sin aviso... Así imagino a mi nonna materna. No tengo pruebas ni tampoco dudas de que ella me acompaña todos los días. Me da paz imaginarlo y con eso me basta.
La muerte en nuestra sociedad se trata casi como al personaje de Voldemort en Harry Potter: nombrarla es casi invocarla. No porque esté mal vista, pero si porque se le teme... Y sin embargo, es lo único seguro que tenemos. Deberíamos aprender desde pequeños a hablar de ella, a verla como algo natural, como un paso más del camino. No para dejar de sentir dolor, sino para entenderlo. Porque cuando la muerte llega, casi siempre nos toma sin herramientas, sin lenguaje, sin defensa. Y entonces solo queda el golpe, el silencio, la ansiedad.
Yo, hubiese agradecido que me enseñaran a lidiar con eso. A entender que la muerte no es el final sino otra forma de amor. Porque sí, la terapia ayuda, pero muchas veces es un parche y los parches no curan, solo cubre... Al menos ese es mi caso.
Migración y muerte
Y luego está la muerte cuando eres migrante. Esa distancia que duele doble, porque no solo te quita a alguien, también te roba la posibilidad de despedirte. Cuando mi nonna paterna murió, hacia ocho años que no la veía... ocho años. Y de repente, se fue. Sin abrazos, sin cierre, sin ese último "te quiero" dicho en persona. A veces mi mente me juega sucio y pienso "tengo tiempo sin llamarla", y por un segundo olvido que ya no está... Y entonces me golpea de nuevo, como si acaba de pasar.
Pero bueno, el tema de la muerte y la migración merece su propio texto, porque da para largo y tampoco es el objetivo de esta publicación. Hoy solo quería soltar esto. No como una reflexión profunda ni como intento de cerrar nada. Solo necesitaba escribir, respirar un poco, ponerle palabras a este nudo que tengo en el pecho.
Este post es para ellos, para mis nonnos y más reciente para mi tío Fernando. Se qué, donde sea que estén, siguen cerca. A ellos:
Dales Señor el descanso eterno,
y que brille para ellos la luz perpetua.
Que descansen en paz.
Amén
Aunque es difícil compartir una canción me despido con esta porque creo que refleja lo complicado que es el duelo.


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